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La sombra
III

espalda otras tantas obras maestras de estereotomía muscular; sus pies dos ladrillos. Á pesar de tanta solidez, este monolito se movía con bastante soltura; y cuando hablaba, los brazos daban vueltas como dos aspas de molino, amenazando descabezar al que tenía la desdicha de escucharle.

» En cuanto á entendimiento, el conde pasaba por ignorante entre muchos y por sapientísimo entre algunos; mas no era ni una cosa ni otra. Sin ser ilustrado, sabía lo bastante para hablar de todo, no disparatando siempre. En algunas cuestiones, sin embargo, era fuerte, sobre todo en Política y en Hacienda. Ocupábase mucho de la alza y baja de los fondos públicos, y negociaba con el crédito del Estado, tomando parte con los primeros capitalistas en las más arriesgadas operaciones mercantiles, lo cual fortalecía sus conocimientos en Hacienda. La suya le inspiraba serios temores, sobre todo en la época á que me refiero, y el mal humor que le ocasionaban sus desbarajustados asuntos se hubiera trocado en hipocondría si mi casamiento con su hija no echara un buen puntal á su fortuna.

» Distinguíale también un notable prurito de agradar á las gentes. Su amabilidad, aunque tonante y explosiva, le había captado la