CAPÍTULO III
Alejandro.
I
Aquella noche no pudo continuar el doctor su curiosa narración que, á fuerza de extravagante, me había inspirado algún interés.
Yo deseaba saber cuál sería la hazaña final del travieso héroe de la antigüedad que se propuso quitar el juicio á mi pobre amigo, si es que alguno tenía. Bien se echaba de ver que aquello había de concluir pronto de cualquier modo, pues no era posible que semejante invención ó lo que fuese se prolongara por más tiempo del que la ley del arte exige, y además, según lo último que refirió mi amigo, se comprendía que el desenlace no podía estar lejos. Pero aquella noche, como he dicho, no le fué posible satisfacer mi deseo: hubiéralo hecho él, á pesar de su cansancio y de lo impresionado que estaba con el recuerdo de sus desventuras; mas no le insté á que siguiera, quedando de acuerdo para celebrar nueva sesión la noche siguiente, como lo hici-