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Era, como se ve, una eficaz manera de contribuir á la solidaridad del personal, y un tímido esbozo de los recientes atentados.

El señor Fernández llevó, sin embargo, el presupuesto asi concebido á la respectiva comisión de la cámara de diputados... y volvió con él al ministerio.

La cosa no era alarmante todavía. El flamante ministro podía ignorar las cuatro primeras reglas de la política, siendo á la vez un aventajado pedagogo. Verdad es que la presunción no estaba en relación con su bagaje: Tres ó cuatro artículos, y probablemente algunas opiniones en el seno de la familia...

Aquellos, escritos en un estilo de galera empastelada, necesitaban que se les pusiese debajo: «este es un gallo» como al cuadro de Orbaneja[1]; pero, por lo mismo que nada decían, eran infinitamente interpretables.

Parece que se ensayaba una defensa del clasicismo, en oposición del espíritu práctico impreso á la enseñanza por el doctor Magnasco. El talento engendra controversia y éstas le hacen resplandecer faceta que él mismo ignora.

Así los cacógrafos contemporáneos, despre-

  1. Don Quijote. II P. Cap. III.