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Poesías de Cuellar. — 215

Canta, pájaro hermoso, revolando
En el confín del apartado monte,
O rápido atraviesa el horizonte
Siempre tu dulce grito levantando.

Escúchete doquiera en mi camino;
Que si me agobia torcedor secreto,
O he de vivir en mi pesar sujeto
Al capricho de bárbaro destino.

Si alguna vez la negra desventura,
O el falso alhago de mujer traidora,
Mi apasionado corazón devora
Y vierte en mi existencia la amargura;

Llegando á mí tu armónico concento,
Salvaje morador del soto umbrío,
Dilataráse entonce el pecho mío,
De blanda paz al delicioso aliento.

¡Oh! plegué á Dios que cuando dura suerte
Me marque el hasta aquí de mi camino,
Escuche yo tu cántico divino
Entre los brazos de la horrible muerte!