á que pecó, porque no ignoraba que había de pecar, sino que había dispuesto su reino para que fuese figura representativa del reino eterno; por eso añadió: «yatu reino no permanecerá en ti»; luego permaneció y permanecerá el que en él se significó, pero no aquél, porque no había de reinar Saúl para siempre ni sus descendientes, de forma que, á lo menos por los descendientes, sucediéndose unos á otros, se cumpliese lo que dice, para siempre: «Y buscará el Señor, añade, persona», significando á David ó al mismo medianero del Nuevo Testamento, el cual se figuraba igualmente en el crisma con que fué ungido el mismo David y sus descendientes. No busca Dios al hombre, como si ignorara dónde ha de hallarle, sino que habla por medio del hombre al modo natural de los mortales; y hablando así nos busca, no sólo á Dios Padre, sino también al mismo su unigénito Hijo, «que vino á buscar lo que se había perdido». Eramos ya tan conocidos, que en el mismo Cristo nos había ya escogido Dios antes de la creación del mundo. Dijo, pues: «buscará para sí»; como si dijera: «Aquel que sabe Dios, y supo que era ya suyo, manifestará y mostrará á otros que es su ami go y familiar», pues en el idioma latino, este verbo quero admite preposición, y se dice acquiro, cuya significación es bien patente, aunque también, sin el aditamento de la preposición, se entienda que querere significa adquirir, por lo cual, el luero se llama iguamenlte quæstus.
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La ciudad de Dios