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CAPÍTULO XVII.

los alguaciles, con órden al carcelero para que pusiese en libertad á aquellos hombres.

36 El carcelero dió esta noticia á Pablo, diciendo: Los magistrados han ordenado que se os ponga en libertad: por tanto saliéndoos ahora, idos en paz.

37 Mas Pablo les dijo á los alguaciles: ¿Cómo? Despues de habernos azotado públicamente, sin oirnos en juicio, siendo ciudadanos romanos, nos metieron en la cárcel, ¿y ahora salen con soltarnos en secreto? No ha de ser así; sino que han de venir los magistrados,

38 y soltarnos ellos mismos. Los alguaciles refirieron á los magistrados esta respuesta; los cuales al oir que eran romanos, comenzaron á temer;

39 y así viniendo procuraron excusarse con ellos, y sacándolos de la cárcel, les suplicaron que se fuesen de la ciudad.

40 Salidos pues de la cárcel, entraron en casa de Lydia; y habiendo visto á los hermanos los consolaron, y despues partieron.

CAPÍTULO XVII.
Pablo predica con mucho fruto en Thessalónica, y los judíos le persiguen. Lo mismo sucede despues en Berea. Disputa con ellos en Athénas, y con los filósofos; y se convierte entre otros Dionysio areopagita, ó senador del Areopago.

1 Y habiendo pasado por Amphipolis y Apolonia, llegaron á Thessalónica, donde habia una synagoga de judíos.