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EPIST. PRIMERA DE SAN PEDRO..
CAPÍTULO II.
Amonesta á los cristianos á que sean sinceros y sin malicia, como las niños; y á que se porten segun exige la dignidad de reyes y de sacerdotes de que gozan, ejercitándose en las virtudes propias de los discípulos de Christo.

1 Por lo que, depuesta toda malicia y todo engaño, y los fingimientos ó hipocresías, y envidias. y todas las murmuraciones,

2 como niños recien nacidos, apeteced con ansia la leche del espíritu, pura ó sin mezcla de fraude [1]; para que con ella vayais creciendo en salud y robustez;

3 si es caso que habeis probado cuán dulce es el Señor.

4 Al cual arrimándoos, como á piedra viva que es, desechada sí de los hombres, pero escogida de Dios, y apreciada por la principal del edificio;

5 sois tambien vosotros, á manera de piedras vivas, edificados encima de él [2], siendo como una casa espiritual, como un nuevo órden de sacerdotes santos, para ofrecer víctimas espirituales, que sean agradables a Dios por Jesu-Christo [3].


  1. La palabra de Dios, y la participacion del cuerpo y sangre de Christo.
  2. Esto es, de Christo, que es el fundamento.
  3. Todos los cristianos en cierto sentido son verdadera-