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EPIST. I. DE S. PABLO A LOS CORINTHIOS.

35 Pero ¿de qué manera resucitarán los muertos? me dirá alguno: ó ¿con qué cuerpo vendrán?

36 ¡Necio! lo que tú siembras, no recibe vida, si primero no muere.

37 Y al sembrar, no siembras el cuerpo de la planta que ha de nacer despues, sino el grano desnudo, por ejemplo, de trigo ó de alguna otra especie.

38 Sin embargo Dios le da cuerpo segun quiere, y a cada una de las semillas el cuerpo que es propio de ella [1].

39 No toda carne, es la misma carne, sino que una es la carne de los hombres, otra la de las bestias, otra la de las aves, otra la de los peces.

40 Hay asimismo cuerpos celestes, y cuerpos terrestres; pero una es la hermosura de los celestes, y otra la de los terrestres.

41 Entre aquellos mismos una es la claridad del sol, otra la claridad de la luna, y otra la claridad de las estrellas. Y aun hay diferencia en la claridad entre estrella y estrella:

42 así sucederá tambien en la resurreccion de los muertos. El cuerpo, a manera de una semilla, es


  1. Así dará á cada hombre el propio cuerpo que le pertenece. Es gran necedad negar la posibilidad de que resuciten los cuerpos muertos, cuando se reflexiona lo que pasa en un grano ó pequeña simiente metida dentro de la tierra, de la cual sale una hermosa espiga, ó un grandioso árbol. ¡Que expliquen los materialistas cómo se hace tan prodigiosa resurreccion del granito sepultado en tierra!