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EPIST. I. DE S. PABLO A LOS CORINTHIOS.

23 Todo lo cual hago por amor del Evangelio, a fin de participar de sus promesas.

24 ¿No sabeis que los que corren en el estadio, si bien todos corren, uno solo se lleva el premio? Corred pues, hermanos mios, de tal manera que le ganeis.

25 Ello es que todos los que han de luchar en la palestra, guardan en todo una exacta continencia [1], y no es sino para alcanzar una corona perecedera; al pasa que nosotros la esperamos eterna.

26 Así que, yo voy corriendo, no Como quien corre a la aventura [2]: peleo, no como quien tira golpes al aire sin tocar á su enemigo;

27 sino que castigo mi cuerpo rebelde y le esclavizo, no sea que habiendo predicado á los otros, venga yo á ser reprobado.

CAPÍTULO X.
Propuestos los beneficios y los castigos de los hebreos por sus ingratitudes, amonesta el Apóstol á los corinthios, que se guarden de sus vicios, especialmente de todo resabio de idolatría, de la vana confianza, y de ofender al prójimo.

1 Porque no debeis de ignorar, hermanos 'mios,


  1. Privándose de cuanto puede disminuir la robustez y agilidad de su cuerpo.
  2. Sino para coger la corona de gloria que tengo siempre á la vista.