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CAPÍTULO XIV.

11 Cumplamos pues con él, y tanto mas que sabemos que el tiempo insta; y que ya es hora de dispertarnos de nuestro letargo. Pues estamos mas cerca de nuestra salud, que cuando recibimos la fé.

12 La noche está ya muy avanzada, y va á llegar el dia de la eternidad. Dejemos pues las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz [1].

13 Andemos con decencia y honestidad como se suele andar durante el dia: no en comilonas, y borracheras, no en deshonestidades, y disoluciones, no en contiendas, y envidias;

14 mas revestíos de nuestro Señor Jesu-Christo, y no busqueis como contentar los antojos de vuestra sensualidad.

CAPÍTULO XIV.
Los fuertes en la fé deben soportar á los flacos, y unos y otros se deben edificar mútuamente, evitando el escandalizarse, y considerando que Dios es el juez de todos.

1 Tratad con caridad al que todavia es flaco en la fé, ó poco instruido en ella, sin andar con él en disputas de opiniones [2].


  1. Pasó ya ¡oh romanos! la noche del gentilismo, y ha llegado el día, ó la luz del Evangelio. Arrojemos pues las obras de tinieblas, las que hacíamos en nuestra ignorancia, y vistámonos las armas de luz, escudémonos con las obras de la fé.
  2. Sobre si deben ó no observarse algunos preceptos de la Ley de Moysés.