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CAPÍTULO VI.

13 Y no nos dejes caer en la tentacion. Mas libranos de mal. Amen.

14 Porque si perdonais á los hombres las ofensas que cometen contra vosotros, tambien vuestro Padre celestial os pordonará vuestros pecados.

15 Pero si vosotros no perdonais á los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará los pecados.

16 Cuando ayuneis, no os pongais carilrisles como los hipócritas; que desfiguran sus rostros, para mostrar á los hombres que ayunan. En verdad os digo, que ya recibieron su galardon.

17 Tú, al contrario, cuando ayunes, perfuma tu cabeza, y lava bien tu cara [1],

18 para que no conozcan los hombres que ayunas, sino únicamente tu Padre, que está presente á todo, aun lo que hay de mas secreto: y tu Padre, que vé lo que pasa en secreto, te dará por ello la recompensa

19 No querais amontonar tesoros para vosotros en la tierra, donde el orin y la polilla los consumen; y donde los ladrones los desentierran, y roban.

20 Atesorad mas bien para vosotros tesoros en el cielo, donde no hay orin, ni polilla que los consuma; ni tampoco ladrones que los desentierren, y roben.

21 Porque donde está tu tesoro, allí está tambien tu corazon.

22 Antorcha de tu cuerpo son tus ojos. Si tu ojo fuere sencillo, ó estuviere limpio, lodo tu cuerpo estará iluminado.


  1. Véase Uncion.