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CAPÍTULO XXIII.

15 Pero ni tampoco Heródes; puesto que os remití á él, y por el hecho se vé que no le juzgó digno de muerte.

16 Por tanto despues de castigado, le dejaré libre.

17 Tenia Pilato que dar libertad á un reo cuando llegaba la celebridad de la fiesta de la Pascua.

18 Y todo el pueblo á una voz clamó, diciendo: Quítale á este la vida, y suéltanos á Barrabás;

19 el cual por una sedicion levantada en la ciudad y por un homicidio, habia sido puesto en la cárcel.

20 Hablóles nuevamente Pilato, con deseo de libertar á Jesus.

21 Pero ellos se pusieron á gritar, diciendo: Crucifícale, crucifícale.

22 Él no obstante por tercera vez les dijo: ¿Pues qué mal ha hecho este? yo no hallo en él delito ninguno de muerte; así que, despues de castigarle, le daré por libre.

23 Mas ellos insistían con grandes clamores pidiendo que fuese crucificado; y se aumentaba la gritería.

24 Al fin Pilato se resolvió á otorgar su demanda [1].

25 En consecuencia dió libertad, como ellos pe-


  1. ¡Cuántas veces los gritos del pueblo iluso ó seducido hacen callar las razones de la prudencia y de la justicia! La buena intencion de Pilato no tuvo tanta constancia para salvar la vida de Jesu-Christo, como tuvo la envidia y maldad de los Escribas y Fariseos para hacer gritar al pueblo que Jesus fuese crucificado. S. Joann. Chrysost. v. 26.