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CAPÍTULO IV.

de estos reinos; porque se me han dado á mí, y los doy á quien quiero.

7 Si tú quieres pues adorarme, serán todos tuyos.

8 Jesus en respuesta le dijo: Escrito está [1]: Adorarás al Señor Dios tuyo, y á él solo servirás.

9 Y llevóle aun á Jerusalem, y púsole sobre el pináculo del Templo, y díjole: Si tu eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo.

10 Porque está escrito [2], que mandó á sus ángeles que te guarden;

11 y que te lleven en las palmas de sus manos, para que no tropieze tu pié contra alguna piedra.

12 Jesus le replicó: Dicho está tambien [3]: No has de tentar al Señor Dios tuyo.

13 Acabadas todas estas tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta otro tiempo [4],

14 Entónces Jesus por impulso del Espíritu santo retornó á Galilea, y corrió luego su fama por toda la comarca.

15 Él enseñaba en sus synagogas, y era estimado y honrado de todos.

16 Habiendo ido á Nazareth, donde se habia cria-


  1. Deut. VI. v.13.—X. v. 20.
  2. Psalm. XC. v.11.
  3. Deut. VI. v.16.
  4. Toleró Jesus los insultos del diablo, porque queria vencerle, para nuestra instruccion, no con su divino poder, como Dios, sino con la humildad, como hombre; y hacernos ver que la meditacion de las santas Escrituras ó de la divina palabra, y el ayuno, son las mejores armas contra las tentaciones.