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El parásito del tren



—Sí—dijo el amigo Pérez á todos sus contertulios de café—; en este periódico acabo de leer la noticia de la muerte de un amigo. Sólo le vi una vez, y sin embargo, le he recordado en muchas ocasiones. ¡Vaya un amigo!

Le conocí una noche viniendo á Madrid en el tren correo de Valencia. Iba yo en un departamento de primera; en Albacete bajó el único viajero que me acompañaba, y al verme solo, como había dormido mal la noche anterior, me estremecí voluptuosamente, contemplando los almohadones grises. ¡Todos para mí! ¡Podía extenderme con libertad! ¡Flojo sueño iba á echar hasta Alcázar de San Juan!

Corrí el velo verde de la lámpara, y el