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LA CAMPAÑA

Cerca del hoy reducto Francisco, me presentaron en una camilla un cabo, á quien traian al parecer mal herido y próximo á la muerte; él asi lo creia, al menos; pero lejos de temerla, decia con voz resuelta que se miraba dichoso al morir por la religion de Jesucristo; invocaba sereno á Nuestra Señora del Pilar, y recordaba que una hermana suya rogaria por él en un convento de Aragon; sus ojos brillaban de entusiasmo, todo su rostro se ennoblecia con la' apacible espresion del mártir, y de seguro aquel hombre hubiera muerto feliz. Mientras tanto soudaba yo su herida y adquiria la conviccion de que no era mortal : cuando así se lo manifesté, recelá de mi dicho; pero al asegurárselo bajo mi palabra de honor, aquel héroe cristiano me abrazaba con lágrimas de gozo, como si algo me debiera.

Todos los jefes y oficiales de Sanidad cumplieron su deber como siempre; pero merece especial mencion el ayudante del cuartel general D, Antonio Ferrer, quien cuando no tuvo heridos que curar, tomó puesto de soldado en las guerrillas del regimiento de Granada, sacando, como testimonio de su arrojo, agujereado por una bala su gaban. El General en jefe premió este hecho, concediendo sobre el campo al Sr. Ferrer la cruz de S. Fernando de primera clase.

Una desgracia casual fué la única que hubo de sentir el cuerpo de Sanidad: despues de terminado el combate y cuando el cuartel general bajaba del reducto Isabel II, el Sr. Inspector Anél, fué lastimado'en una pierna por uno de los caballos que delante iban del diestro; lo que le obligó 4, guardar cama, aunque felizmente no resultó lesion considerable.

Así concluyó con el mes de Noviembre el primer período de la campaña, en que el primer cuerpo pudo alcanzar