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DE SÓFOCLES

artes más allá de toda esperanza, marcha, sin embargo, unas veces hácia el bien, y otras hácia el mal; por esto el poderoso de la ciudad que torcidamente interpreta las leyes humanas y divinas, es digno de ser expulsado de ella, tan luego como su audacia concibe proyectos criminales.

Que el que ejecute tales cosas no participe ni de mi hogar ni de mi pensamiento[1]. (Vése aparecer nuevamente al centinela trayendo prisionera á Antígona.)

Pero ¿qué es lo que veo? No me cabe dudar ¿Cómo he de decir que no es esta la joven Antígona, si la estoy mirando con mis propios ojos? ¡Hija infortunada del desdichado Edipo! ¿Qué es esto? A tí no te traerán aquí como infractora de la orden del Rey; en ti no cabe semejante locura...


  1. Horacio, III, Oda 2.a Yetabo qui Cereris sacrum Yulgarit arcance, sub isdem Sit trabibus.