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78 PANORAMAS DE LA VIDA

—No soy yó—esclamó Enrique dando un paso hácia ella—¡ Ah! dígnese V. al menos decirme. . ..

—¡Nada! señor, nada! ¿Para que servirian las esplicaciones? Tan solo para probarnos una vez mas, que nuestras almas no se comprenden, y que el camino de la vida es para nosotros muy diferente. El de V. es brillante, sembrado de flores: V. lo recorrerá sin obstáculos y la dicha vendrá á su encuentro, complázcome en creerlo, y solo deseo que un dia se arrepienta. Héahi todo lo que tengo que decir. Adios.

La vozde María se apagó á estas palabras; pero, dominando inmediatamente aquella impresion; revistió su semblante de una serenidad que exasperó á Enrique.

Habria querido verla desolada, derramando lágrimas tan amargas como las que él sentia rebosar en su Propio corazon.

—¿Rehusa V. justificarse?—díjola con amarga ironía —Tiene razon; V. porque yo no daria fe á sus palabras.

—Y bien—replicó ella —¿porque agriarnos mascon discusiones inútiles? Separemonos sin ofendernos de nuevo: ¿No sabemos ya que nuestros caracteres no simpatizan? Todo queda reasumido en estas palabras: V. no me amaba, no me estimaba bastante para confiarme su honor y la felicidad de su vida.