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32 PANORAMAS DE LA VIDA

Saludó con gentil desembarazo, y oi que decia á Modesto en voz baja:

—Chico! un tallo de pensamientos á la aguada, sobre este soneto que desde Lima me pide R. B.

Y dió á Modesto un album de laca adornado con arabescos de Oro.

—Caballero, ¿me dará usted permiso para leer ese soneto ? dije yo apoderándome del album sin esperar el permiso.

—;¡Ay, señora! despues de Echeverria nadie deberia decir galanterías á esa bella florecita. . . . .

Pero ella lo ha querido. . . . ¡ay! —;¡ Cuidado! señor mio, repliqué yo riendo, que soy amiga de B. . . y si se me antoja hacerle suber

como en estas latitudes existe un mortal que suspira parsu mujer y seatreve á hacerle versos, lo veria usted llegar en tres saltos y. . . «desafío, y muerte al canto!

—Helay niña, ya estamos listos, dijo el arriero presentándome ensillado un caballejo negro, de revuelto y erizado pelaje.

Estreché en un solo abrazo ú Modesto y Merced, saludé á su amigo, puse el pié en la mano del arriero, monté y partí.

Habia ya atravesado en toda su longitud la romántica alameda que divide la ciudad, y llegaba delante de la quinta de Hangas, cuando un ginete,