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226. PANORAMAS DE LA VIDA

Callé, pues, y aterrada encerréme en mi camarote.

La fatiga del espíritu habíame adormecido y me agoviaba una horrible pesadilla. Un mar de fuego rielaba sobre mi cabeza en torbellinos de llamas: gritos tumultuosos me ensordecian, mezclándose á ellos lamentos y maldiciones. El aire que aspiraba era cálido y sofocante; y una estrañía opresion abrumaba mi pecho.

De súbito despertóme un fuerte golpe.

La puerta del camarote cayó, dando paso, entre una bocanada de fuego, á un hombre que llevaba en uno de sus brazos el cuerpo inerte de una muger desmayada y que tomándome á mí en el otro, arrancóme á las voraces llamas del incendio que devoraba el buque.

Era Alejandro que salvaba á su esposa y á su hermana.

Pero en el momento que llegaba al portalon para arrojarse con nosotros al agua, yo que me reclinaba en su hombro ví alzarse una figura negra, colosal, terrible que haciendo remolinear en el aire dos mazas de plomo pendientes de dos cordeles, dejólos caer sobre las cabezas reunidas de mi hermano y su novia, derribándolos muertos á sus piés. .....

El frio del agua me volvió en mi acuerdo. Abrí los ojos, y ví fulgurar, casi pegados á mi rostro, dos