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borrascosa de solteros, y juntos pidieron, obtuvieron y recibieron en matrimonio á dos buenas mozas, amadas con idéntico amor, y con igual entusiasmo.

Pero ay! que aquí esa doble existencia se bifurcó de una manera dolorosa para aquellos dos corazones fundidos en uno solo.

Las esposas se rebelaron contra esa amistad llevada al terreno de lo sublime; creyéronse defraudadas en sus derechos al amor que contaran monopolizar; y la mujer de Alvarez miró de reojo á Loaiza; y la mujer de Loaiza dió 4 Alvarez con la puerta en las narices.

Pero ellos estaban demasiado habituados á esta vida de intimidad inalterable, para resignarse á romperla; y si el hogar del uno estaba vedado al otro, la ciudad les ofrecia su larga alameda, sombrosa y perfumada, donde los dos amigos pasaban largas horas entregados á las encantadas reminiscencias del pasado.

Vestidos con la rigorosa igualdad que usaron desde la infancia hasta la vejez, bajo cuya apariencia los presentamos, cubria sus hombros una capa española de color turquí, que contrastaba singularmente con sus cabelleras blancas de largos y plateados bucles.

Cada tarde á la hora del crepúsculo, cuando el sol se oculta, y que el sacro monte á cuya falda se estiende la opulenta Chuguiago, hace resplandecer