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El primer campamento, el del Derrumbe, ya se encontró a 200 metros sobre el nivel del lago Superior, al pié de un gran derrumbamiento del cerro, desde cuya altura se goza de una espléndida vista del lago i de las cadenas de montañas al sur. En el siguiente campamento, el de las Avalanchas, situado en una pequeña pampa húmeda, tuvimos la ocasión de observar varios derrumbes de nieve. En la noche el termómetro descendió a +0.3°. Al tercer día disminuye el número de los arroyos. Una cuesta pendiente conduce a un peñasco sobresaliente, desde el cual se ofrece un precioso panorama hacia el oeste. A su frente, en el costado norte del valle, se encuentra un gran ventisquero.

El 11 de enero nos acercamos a la rejion del boquete. El bosque se despeja, principian a predominar los raulíes i el canelo rastrero. Avanzamos mas lijero, aunque la pendiente aumentaba; atravesamos dos pequeñas pampitas i una grande situada pintorescamente. Estas pampas permiten libre vista a las cimas nevadas, pero son húmedas i pantanosas, semejantes a las que conocimos en 1894 en el paso de Puyehue. Al oriente de ellas existe una pequeña angostura, donde se encuentra el punto mas elevado. Pasamos la línea divisoria de aguas entre la rejion del Reñihué i la del Ftaleufu, a una altura de cerca de 900 metros (paso Felipe Navarro).

La descensión al oriente es de una pendiente estraordinaria. Macheteamos, por entre tupidos quilantos, un camino caracoleado que, por su pendiente, se puede comparar con la cuesta de Ipela del paso Lacar-Ranco. Llegamos a un nuevo valle de dirección NO a SE, en cuyo fondo corre un rio de proporciones mayores que el que habia quedado al poniente del paso.

Siguiendo el curso de este rio, la continuación del viaje se hizo difícil, porque todo rastro del antiguo sendero se habia perdido por las creces del agua. Después de mucho trabajo se consiguió, por fin, establecer en la ribera derecha un camino mas o ménos confortable que conducia, ya por la orilla del rio, ya por bosques i ñadis. El rio se agrandaba poco a poco, pero grandes troncos impiden su navegacion, lo angostan i estancan su corriente.

Todo el valle es mui abundante en alerces. No solo aumentaba constantemente el número de estos árboles, sino también el grueso de sus troncos. En la rejion superior del valle se encontraban alerces de un metro de diámetro; mas abajo era jeneral encontrar de 1½ a 2 metros, i los de 3 a 4 metros no eran escepciones. La