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quedan escasas noticias (1). En 1220, el arzobispo de Tarragona premiaba á los Cartujos por su celo contra los herejes, y en 1257 (2) el metropolitano de Tarragona, Rocaberti, paso á Berga, donde dió sentencia contra ciento setenta y ocho acusados de herejía. Como la predominante entónces, sobre todo en Francia y en aquel pais, era la de los albigenses y waldenses, puede conjeturarse que pertenecían á esa secta los condenados en tan considerable número.

En cambio tenemos muchas noticias de las infamias de aquellos sectarios en Castilla. Al venir San Fernando á Toledo, el año 1223, dice un cronicon toledano, «enforcó muchos omes é coció muchos en calderas (3).»

¿Habia penetrado ya la herejía hasta el interior de España, y eran aquellos criminales los sediciosos albigenses?

No lo sabemos; pero es lo cierto que ya para entónces hacía estragos en Leon y Castilla la Vieja, la tierra del priscilianismo. Propagó en Leon la herejía de los albigenses un tal Arnaldo, y es de suponer que tuviera en España el carácter hipócrita, feroz y malvado que en Francia tenia aquella herejía (4). Los albigenses eran verdaderos maniqueos ; admitían todos los errores del Egipto, el dualismo y cierta especie de naturalismo. Odiaban la Religion cristiana y se burlaban de ella en sus reuniones secretas, aparentando catolicismo en público. Fingían milagros, y por medio de sus adeptos propalaban toda clase dé calumnias y difamaciones. Vése en ellos el tipo del francmason moderno, y no es extraño que si algunos templarios llegaron á contagiarse en sus castillos con aquellos errores, cometieran toda clase de infamias de que se les acusó despues

Hé aquí la narracion de D. Lúcas de Tuy, testigo presencial del fanatismo y maldades de los albigenses en Leon (5)

(1) Dióseles el nombre de sabatados por la forma particular de sus zapatos (sabal), ó por un signo que llevaban en ellos para reconocerse, segun dicen otros escritores. El Concilio III de Letrán excomulga á los bandidos Aragones, Navarrones, Tricardinos y otros que indican con estos nombres su origen pirenaico.

(2) VILLANUEVA, tomo XIX, apéndice 42, copia una donación á los Cartujos de Escala-Dei, por lo que habian trabajado contra los herejes y para la reforma de costumbres

No deben confundirse los waldenses con los albigenses; pero aquí no hace falta el deslindar sus respectivos errores.

(3) ANALES TOLEDANOS, tomo XXIII de la España Sagrada, pág. 408 de la segunda edicion. Oportunamente nota Florez que este castigo lo usaba ya su padre don Alonso, pues el Tudense dice que castigaba á los malhechores con horribles penas. Altos eattlartis deeoggebal, alits vivos exeoriabat.

(4) La francmasonería moderna y las sociedades secretas más fanáticas no han llegado, ni con mucho, a los horrores que cometían los albigenses En sus reuniones sacrílegas asesinaban á los que decian haber recibido al Espíritu Santo, arrojándose sobre ellos, mordiéndoles y matándolos á golpes. Aquellos fanáticos permanecían de pié llenos de heridas, extáticos y mirando al cielo, lo cual exaltaba más y más el frenesí de aquellos bárbaros.

(5) Hallase ésta en el cap. IX del libro III De altera vita, ficteique controverstis adversas albigensium errores, escrito por el mismo D. Lucas de Tuy, siendo diácono. Pueden verse los fragmentos relativos á este asunto en el tomo XXII de la España Sagrada, apéndice 47.