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de las Indias.

CAPÍTULO XLIX.


En el cual cuenta las condiciones del Puerto Sancto y de un rio.—Vido en él grandes canoas como fustas.—Salió á tierra el Almirante con ciertos hombres armados.—Subió una montaña, encima llana, tierra muy hermosa.—Halló una poblacion.—Dió de súpito sobre la gente della.—Huyóla toda.—Aseguróla el indio que llevaba.—Dióles cascabeles.—Certificó á los Reyes que 10 hombres hagan huir á 10.000.—Júntase despues mucha gente.—Vienen á las barcas.—Adelántase uno y hace una gran plática, alzando las manos al cielo.—Vino gente como de guerra.—Finalmente se aseguraron todos y daban las azagayas y cuanto tenian.—Creian que los cristianos venian del cielo.—Dice el Almirante que esta gente es de la misma creencia que la otra.—Vido una casa de maravillosa hechura.

El sábado, 1.º de Diciembre, ni el domingo, ni el lúnes, por tener los vientos contrarios, no se pudo partir de aquel puerto, al cual pienso que puso nombre Puerto Sancto, donde puso una cruz grande sobre unas peñas vivas. Dice deste puerto, que no puede hacer daño alguno cualquiera tormenta ni viento á las naos que en él estuvieren, y es muy hondo y limpio, y quien hobiere de entrar en él, diz que, débese llegar más sobre la parte del Norueste, á una punta, que á la parte del Sueste, porque hácia el Sueste hay una baxa, que sobreagua, y, á la entrada, se ha de poner la proa al Sudueste. En un rio, que arriba dijo, hallaron unos marineros unas piedras que parecian tener oro, debian ser de margasita; llevólas para mostrar á los Reyes. El lúnes, 3 de Diciembre, acordó de ir á ver un Cabo muy hermoso, un cuarto de legüa del puerto, de la parte del Sueste; al pié del Cabo, habia una boca de un buen rio, y tenia cient pasos de anchura y una braza de fondo en la entrada ó boca, y dentro habia doce brazas, y cinco, y cuatro, y dos, donde pudieran caber cuantas naos hay en España. Halló una caleta, que es una entrada angosta que hace el agua, donde vido cinco grandes almadías ó canoas, como fustas, muy hermosas, y labradas que era placer