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HISTORIA DE LA

para advertir que no eran invenci- bles los Europeos, apesar de sus ter- ribles medios de destrucción; de suerte que la tropa española y su caudillo cayercm en manos de los Patagones, de cuyo poder salieron con mucha dífícuHad. En 1^6, dosHol^deses ^ Lemai* re y ScKouten, descubrieron el es- treclw, á que después sé dio el nom- bre de uno de ellos , y cuya existen- cia aereditó á los jeógrafos de aqué- lla época , que el estrecho de Ma|;a- llanes no era, como creían, la ünica arteria por la cual se comunicaba el Océano Atiái^ico con el mar Pací- ñco. Zelosos de este éxito los Espa- ñoles, encargaron en 1618 á García 4e Nodal atíe esplor&se el nuevo pa- so, y al cabo de seis años, el Holan^ des Santiago el Ermitaño, fué á costear loseonñnes dé la Tierra del Fuego. Estas tierras australes fue- ron visitadas de nuevo por dos In- gleses , Narborough y Wood , á fines del siglo diez V siete; siendo los Franceses los dltimos que se aven- turaron etí aquellas rejiones que aitn no conociañ. Desdé 1696 á 1712 «  aparecieron allí sucesivamente De- gennes, Beauchesne-Góuin y Freziér, y desde esta última época esplo- raron los parajes de lá Patágonia y de la Tierra del Fuego , los nave- gantes mas ilustres del ^iglo diez y bcho, tales como Anson, Byron, Bóugainville, Wallis y Cook. Los progi'ésos de los jesuítas del Paraguay y del alto Perú en mate- ria de colonización , inspiraron á la España la idéá de confiar á dos de aquellos relijiosos, los PP. Quiro* > ga y Cardiel , la misioh de formar Wn nuevo establecimiento én el pun- to de Ja costa patagónica que juzga- sen mas favorable. Esta tentativa, verificada en 1745, no produjo ve- sultado alguno , ni la relación de los jesuitasfué de naturaleza capaz' de animar én lo futuro para empresas «emeiantes. Pero publicada la des- cripción de las tiendas maeallánicas por el Inglés Falkner , que nabiá ha- bitado por largo tiempo en los Pam- pas, la España, recelosa de las in- tenciones manifestadas por la Ingla- terra con respecto á los paises aus- trales de la América , trató seria- mente de fortificar los puntos prin- cipales del litoral patagón y crear allí colonias. En su consecuencia se fundó en 1779 la. colonia de San José, por D. Juan de. la Piedra, qui^i muy luego la dejó bajo la dirección de Antonio de Viedmak Una epidemia eslermi- nadora obligó á los colonos á refíi- jiarse en Montevideo. En el mismo año se verificó un ensayo mas feliz de colonización en el paraje donde se ve boy dia el pueblo del Carmen^ á pocas leguas de la embocadura de Rio^'Negro, y en 1780 sé intentó el establecimiento de otra éolonia por Francisco Viedma en el puerto de Saii JuUan. El hermano de este sub> intendente, Antonio Viedma, cons- truyó allí un fuerte con algunas ca- sas, ydenoníinó á tal sitio Florida blanca. El puerto beseado vio casi al mismo tiempo comenzar otro es- tablecimiento. Estos diferentes es- fuerzos que indicaban claramebte el proyecto bien meditado de asegu- rar la posesión de la Patajgonia a la corona de España , no tuvieron feli¿ éxito , poraue esta se vio obligada en 1783 i aoandonar todos los pun- tos ocupados á escepcion de la colo- nia naciente de Rio-Negro» Francisco Viedma encargado de dará este establecimiento todo el auje importancia de que era en- tonces susceptible 4 compró de un cacique el curso del rio desde su em- bocadura hasta San Javier^ y supo captarse tan bien la voluntad de los naturales, que tuvo la satisfacción de ver que aquellos hombres, tan altivos y celosos de su independen- cia, le ayudaban espontáneamente á la construcción del fuerte del Cár^ men qiie en breve puso al abrigo á los hamtantes, reducidos hasta en- tonces á vivir en lóbregas cavernas. Cediendo, á instancias de Viedma, se decidió el virey de Buenos-Aires, en 1781 , á enviar al Carmen sete- cientos treinta y cuatro individuos Sroced entes de las montañas de Ga- cia ; y desde aquel momento adqui- rió la colonia una verdadera impor- tancia. En 1782, se encargó al piloto Ba^