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PATAGONIA.

A la barba g Anchura de la cabexa de úen á «en • • • • 7 i Anchara de Us espaldas de hom- bro á hombro id | «La cabeza de otro Patagón, añade el capitán King, era larga y aplasta^ da, pero cubierta de pelo hasla la distancia de pulgada y media del ar- co de las cejas, que estaba casi del todo raso. Los ojos eran pequeños , la nariz chata, la noca muy hundida, los labios gordos , y el cuello corto ; las espaldas muy anchas, los bra- zos poco musculosos , como tam- bién los muslos yr las piernas. El pe- cho era alto y bien desarrollado , y la estatura del Patagón de cerca de sei^piés.» Se ve pues que no hay eran di- ferencia, en cuanto á lo físico, en- tre los naturales del Sur y los de la parte septentrional. El rasgo caracte- rístico de los primeros es la delgadez de los miembros inferiores. Lois toldos de los Inakenes son de forma rectangular: tienen diez ó doce pies de largo, diez de ancho, siete de alto por delante, y seis úni- camente por detrás. Estas sucias moradas están formadas con unas perchas fijadas en el suelo y ahorqui- lladas por arriba para sostener los cabríos (jue sostienen el techo. El toldo esta cubierto de pieles,tan bien cosidas unas con otras, que son ca- si impenetrables al agua y al viento. No encontrándose fócilmente per- chas ni cabríos en todas partes, los naturales del pais arrancan los de sus tiendas y los llevan arrastrando en todas sus escursiones. Cuando han llegado al paraje en que deben hacer noche , y escojido el sitio me- nos espu«!Sto al viento , hacen un ho- yo ó agujero con una barra de hier- ro ó con un madero puntiagtido , f)lantan allí las estacas ; y como toda a armazón de la tienda ó toldo va ya preparada, en breve queda cor- riente. En el centro del toldo eslá el ho- gar, se ha observado que los Pata- gones del Norte jamás se ponen de cara al fuego como los Europeos, sino de espaldas , para ver mejor lo que pasa al rededor de ellos. Los viajeros que han tenido rekciotíés con los habitantes de la p«rte Sur, han atribuido no solo al humo, si- no también á la vista del fuego, las enfermedades de ojos, casijenerales entre los Indios^ y á estas causas el no calentarse por delante. - Entre los Patagones del Sur es fi^ cuente la poligamia. Compran las mijyeres muy jóvenes, dando en cam- bio , grano, cascabeles, vestidos ó caballos. Van vestidas como los hombres, de pides de guanaco. £1 manto que se hacen con el despojo de aquel animal va prendido por delante con un alfiler de plata; lle- van el cabello como las Indianas del Norte. Los naturales del Sur entierran los muertos de diferente modo que los de la otra parte. Véase sino la descripción que Parker King nos da de la sepultura de un niño cerca de la bahía Gregorio: «Habia, dice, un montón cónico de ramas secas y de broza, de diez pies de altoy veinte y cinco de. circunferencia, rodeado todo de listones de cobre. La cum- bre de esta pirámide estaba cubier- ta deun pedazo de tela encarnada, tachonada de clavos de cobre , y en- cima de todo unas banderas rojas con cascabeles, qvie movidos por el viento no cesaban de sonar. Al re- dedor de la tumba habia una zanja de dos pies de ancho y uno de hon- do. En frente de la entrada, que es- taba llena de leña, se veian tendidas . las pieles de dos caballos recien muertos , sostenidas por cuatro es- tacas. Las cabezas de los caballos es- taban adornadas de olavos de co- bre , semejante á los de la cumbi'e de la pirámide. En fin , á la parte afuera de la zanja se veian dos palos y en cada uno de ellos^ dos banderi- nes, uno encima de otro. » Como los Patagones del Sur no han aprendido todavía á costa suya , cuan peligrosa es para ellos la pro- ximidad de los Europeos, son mas afables. y familiares que los de otras Í)artes del pais. Los que habitan en as costas del estrecho de Magallanes, acoien á los estranjeros con cordiali- dad ; pero cuando son en gran nú-