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PATAGONIA.

menos del blanco , que me pai^eció resenradq para el traje ó distíntivo de los guerreros. Jamás se pone en marcha ningún Patagón , sm llevar consigo muchos tale^itos de piel con los colores para pintarse. £1 tra- je de las mujeres tiene una prenda ó adorno mas que el de los hombres, pues con el manto y el faldón delan- tero que no arremangan por detrás, iisan otra cosa semejante que les co- ]e desde los sobacos» hasta las rodi- llas. Llevan además el pelo bien suelto por encima de. los bombros , y separado por la frente , bien que en dos trenzas que se descuelgan por cada hombro , y pendiente de ellas lo mas precioso que pueden juntar, como es cuentas de vidrio y otras baratijas semejantes , revueltas con chapas de cobre y monedas. Han to- maaodel lujo menos bárbaro de los Araucanos el uso de arillos de pla- ta sumamente pesados , pendientes «  de las orejas. Los Patagones , como casi todos los pueblos de América se con cuidado la barba , y así es que se ve á los hombres con unas ]>inzas de plata , arrancándose con tinuamente los pelos ó cerdas que les asoman.» Carácter. Discordes están los via- jeros acerca del carácter de los Pa- tagones: unos los han encontrado humanos y sociables ; otros les acu- san de pérfidos y crueles. Según las diversas noticias que hemos consul- tado , nos parece que este pueblo es á lo menos susceptible de civiliza^ cion ; pues, á pesar de las pocas re- laciones continuas que median en- tre los Españoles y los naturales del Norte, se observa una diferencia no- table entre estos y los indíjenas del Mediodía. Al paso que la educación ba ido borrando sus vicios y sus de- fectos naturales , se les echa en ca- ra que son falsos , arrogantes é in- clina^dos al robo. Dícese que su dis- creción y prudencia es á toda prue- ba , particularmente cuando se trata de un secreto que interesa á la se- guridad de su tribu. Vsos y costumbres. La pereza de los Patagones es estremada : ocü- panse ünicamente de sus armas , y pasan el tiem{)o en estúpida ociosi- dad, ^'ingima aptitud tienen parn la pesca y marinería ; siendo los ha- bitantes de la Tierra del Fuego, los únicos navegantes de toda la punta de la América meridional. Cazado- res , y por tanto nómades , ninguna industria tienen, al paso que los Araucanos están mucho mas adelan- tados en esta parte ; de manera que surten á los Patagones de ios pocos tejidos de lana de que hacen uso. Sobresalen no obstante en arreglar los mantos que hemos descrito ; y el modo de preparar ó curtir los ten- dones de avestruces para hacer hilo y cordeles , indica que tienen cier- ta habilidad manual. La consecuen- cia de aquella pereza , y aquella es- ' pecie de desden <|ue les carecteriza, es un desaseo inesplicable. Jamás barren sus tiendas ó toldos , hechas de ramas plantadas en círculo , cer- radas por arriba y cubiertas de pie- les de guanacos ; y cuando les inco- moda la inmundicia que allí llega á amontonarse, levantan su morada y van á establecerla en otro sitio. ]No se bañan sino durante el calor , y únicamente por refrescarse, a Tan solo se cuidan, dice Orbigny, de la cara y el cabello : de la una para pintarla de colores mezclados y de sebo de yegua ; y del otro para pei- narlo con una especie de cepillo de raices.» Limitadísimas son las diversiones de los Patagones. Además de unjue- gopara el cual usan de dados seme- jantes á los del chaquete, tienen otro reservado esclusivamente para los jóvenes , y que los Araucanos deno- minan pilma^ cuya descripción es la siguiente : « Se forman los jugadores en dos hileras , unos en frente de otros , teniendo el caínpeon ó capa- taz de cada banda un balón de jpiel ; el uno al costado izquierdo y elotro al derecho. Empiezan luego á botar- la de manera que vaya á parar don- de está el contrario , que la recibe y despide con ia manó contra otro de los adversarios, á quien debe dar en el cuerpo, baio pena de perder un tanto ; lo cual obliga al de enfrente á hacer mil contorsiones para evitarlo, bajándose ó saltando, á fin de que el balón no le toque y salga d«l círculo