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Se ha escrito muchas mentiras sobre los mexicas. Ya sea para denostarlos y pintarlos como poderosos salvajes idólatras demoníacos, que nadaban en ríos de sangre a través de sacrificar a miles y miles de seres humanos. Que fueron vencidos heroicamente por un puñado de “solados” españoles, dirigidos por un valeroso líder carismático.

O para pintarlos como una alta cultura, creadora de toda la grandeza del Anáhuac. Inventores del calendario, las matemáticas, la lengua, la arquitectura e ingeniería, así como de la religión y las formas de organización social. Poseedores de la “tinta roja y negra”, creadores de La Toltecáyotl.

Ninguna de las dos versiones es cierta. No se debe fincar la descolonización de nuestra nación y la búsqueda de nuestra antigua raíz, en el último pueblo que llegó salvaje del Norte, cuando tenía siglos de haberse colapsado el esplendor del Anáhuac. No se puede sentir orgullo del pueblo explotador del Anáhuac, el pueblo trasgresor de La Toltecáyotl. No se trata de ubicarse en posiciones radicales en contra o a favor. Se trata en cambio de dimensionar en toda su extensión y potencialidad la historia antigua antes de la invasión, para reconstruir verídicamente nuestra memoria histórica y desmantelar los mitos y mentiras del colonizador. Debemos de darnos cuenta de que quien creó el mito del “Imperio Azteca” fueron los colonizadores, pues a final de cuentas, un puñado de sus antepasados conquistó y destruyó al “formidable poderío mexica”.

Mantener el mito del supuesto poderío azteca y su inexacta grandeza, es quedar en manos de los herederos culturales de los conquistadores, quien de esta manera nos impide conocer con mayor profundidad la milenaria civilización de la que formamos parte viva.

Por supuesto que se debe reconocer la formidable capacidad de romper la inercia depresiva que tenía la cultura en el Anáhuac en el período Postclásico por parte de los mexicas. Su gran fuerza de voluntad y su templanza para enfrentar los desafíos para consolidar su hegemonía. Su capacidad para “refuncionalizar” el arte, es una prueba innegable de los alcances y talento que tuvo la cultura mexica. Estas características y virtudes no pueden pasar desapercibidas, pero         174