iban á caballo, y á la entrada de los teatros, de las Iglesias, de los tribunales, y en otros parages públicos, habia muchos mozos que se encargaban de guardar las caballerias á los que no llevaban consigo criados que se las cuidasen. Tal fue la ocupacion de Shakespeare en los primeros meses de su residencia en Londres: se ponia á la puerta de un teatro y servia de mozo de caballos á quantos le llamaban, para adquirir algunos quartos con que poder cenar en un bodegon. ¿Quién, al verle en aquel estado obscuro é infeliz, hubiera reconocido en él, el mejor Poëta Dramático de su nacion, el que habia de excitar la admiracion de los sábios, el que habia de merecer estatuas y templos ?
La circunstancia de hallarse diariamente á la entrada del teatro, le facilitó el conocimiento de algunos cómicos,