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Milton.

tes en que odiaba de tal modo la religion, que detestaba la libertad por haber sido su aliada, y que defendió la causa de la tiranía con la habilidad de un abogado, aparentando imparcialidad y grande amor à la justicia.

La conducta política de Milton merece aprobacion ó censura, segun que parezca justificada ó no la conducta de la nacion con Cárlos I. Y como nos ocurre que no carece de interes consagrar algunas páginas al exámen de osta cuestion, vamos á tratar de ella á seguida. No la discutiremos en el terreno de las razones generales; no iremos tampoco á remontarnos á los primeros principios de los cuales se deduce el derecho que todo gobierno tiene á ser obedecido. Podríamos aprovecharnos de las ventajas que esto nos daría; mas renunciamos á ellas de buen grado, porque nos hallamos tan convencidos de nuestra superioridad en este punto, que nos sentimos dispuestos á imitar la altiva generosidad de aquellos antiguos caballeros que hacian juramento de entrar en liza sin casco ni peto, renunciando de antemano á favor de su contrario las ventajas del sol y del viento. Trataremos la cuestion constitucional despojada de todo atavío, y partiendo de ella, diremos que cuantas razones se han hecho valer en favor de la revolucion de 1688, pueden aplicarse con justicia, cuando ménos igual, en pro de la que se llama la Gran Rebelion.

No más que bajo un aspecto, á nuestro parecer, pueden decir los partidarios más celosos de Cárlos I que fué mejor rey que no su hijo, y es porque no era papista[1] de hecho y de derecho; y deci-


  1. Papista es el nombre que dan los herejes que niegan la obediencia al Pontifice, á los católicos romanos, porque