marlos en poco aquellos hechos que mayor influjo ejercen sobre los pueblos. Generalmente las tempestades que agitan la superficie de la vida humana jamás alcanzan á turbar sus corrientes ocullas y profundas; y las causas de las cuales depende la felicidad de las muchedumbres son independientes de las victorias y de las derrotas, de las revoluciones y de las restauraciones, y de la naturaleza que no pueden regularse por leyes ni conservarse en archivos. Y esto es precisamente lo que más nos importa saber, á decir verdad, áun más que la manera como fué rota la falange de Leuctra, ó si Alejandro murió envenenado ó naturalmente; que la historia sin estos hechos es una cáscara de nuez sin la nuez. Sin embargo, así son casi todas las historias. Se refieren con minuciosa prolijidad las conspiraciones y las escaramuzas; y ántes penetrarán hasta en las más aparladas y humildes cabañas las mejoras esenciales al bien de la humanidad, que los historiadores consientan en separarse por un momento de los generales y de los embajadores para otorgar á estos progresos la atencion que me recen. Esta es la causa de que el progreso de las invenciones y descubrimientos más útiles se halle rodeado de impenetrable misterio; de que la humanidad se vea privada de conocimientos por extremo preciosos, y de que sus bienhechores disfruten de la gloria que por derecho les corresponde. Y en tanto que así sucede, todos los niños saben de memoria las fechas y las aventuras de una prolongada serie de reyes bárbaros, pudiendo estudiarse con más provecho la historia de las naciones, en el sentido que damos á esta palabra, en aquellos libros que no aspiran á pasar por narradores de ella, que no en los que ostentan este título. Tucidides, por
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La Grecia.