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Estudios literarios.

ánimo, luego suponen designios y propósitos misteriosos y ocultos para definir lo que nadie há menester de que le expliquen á poco que se haya estudiado á sí propio. Manera es esta de escribir muy grata á la multitud, que gusta siempre de ver trasformados en dioses ó demonios á ciertos hombres que no han valido más ni menos que nosotros; pero que quienes observan las alteraciones y mudanzas á que se halla sujeta la naturaleza humana, y la influencia que sobre nosotros ejercen los tiempos, las circunstancias y las relaciones, y ven héroes con reuma y gota, demócratas en la iglesia, pedantes enamorados y filósofos borrachos, consideran en lo que vale, esto es, en nada. La costumbre de pintarlo todo de color de rosa ó negro es imperdonable, áun en el arte dramático: este es el gran defecto de Alfieri; y cuantos comparen su Rosamunda con Lady Macbeth, en Shakspeare, verán claramente si perjudica ó no esta práctica al efecto de sus obras; porque mientras la una es mala, es la otra un demonio de perversidad, en cuyo corazon solo hay odio, y en cuyos labios solo hay maldiciones, de donde se sigue que el público ilustrado acaba por cansarse del espectáculo que ofrece crueldad tan desordenada, que ninguna provocacion excita, ni justifica, ni explica, que muda de objeto á cada instante y que sólo persevera con tenacidad incontrastable en la sed inextinguible de sangre que la devora.

Este defecto es aún peor cuando se trata de materias históricas, porque no hay otro que perjudique más á una relacion en el concepto de los lectores juiciosos. Cierto es que la linea divisoria entre los malos y los buenos está trazada con tan indeciso color, que á las veces logra escapar á las observa-