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Estudios literarios.

asociaciones de ideas que le sirven de hilos conductores, sólo el arte oratorio tiene por objeto la persuasion, no la verdad. El aplauso de las gentes no es parte á que se considere á este poeta ó á aquel filósofo superiores á cualesquiera otros póetas ó filósofos. No así en lo que se refiere al orador, cuyo criterio es diferente, porque si agota en su discurso toda la filosofía de un asunto dado, y despliega todas las galas de estilo que sean imaginables, y no consigue producir efecto en el auditorio, podrá ser filósofo profundo, eminentísimo estadista, consumado maestro en el arte de bien decir; pero no será orador; no haciendo blanco, poco importa que sea el tiro alto ó bajo.

La gran suma de libertad de imprenta que goza la Inglaterra ha destruido entre nosotros esta distincion, dejándonos muy poco de lo que llamaremos elocuencia propiamente dicha, toda vez que nuestros oradores, así parlamentarios como forenses, no tanto se dirigen al auditorio cuanto á los ťaquígrafos de los periódicos, teniendo más en cuenta la multitud de los lectores, que no el pequeño número de los oyentes. En Atenas no acontecia asi, y el objeto único, exclusivo del orador era persuadir en el acto mismo de pronunciar su arenga. Por eso, si hemos de apreciar con rectitud y verdad el mérito de los oradores griegos, necesario es colocarse cuanto más sea posible en el caso de sus oyentes, despojándose de la manera de ser moderna, y penetrándose de las preocupaciones y de los intereses de los ciudadanos atenienses; y estudiando sus obras de esta suerte, comprenderemos y nos explicaremos la razon de muchas cosas que nos producen el efecto de lunares, verbigracia: la frecuente infraccion de las reglas de la prueba, la .