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Petrarca.

otros, como las ropas del amo que visten los criados, acomodándolas á su cuerpo, y luego sus deudos ó sus hijos, despues de volverlas y remendarlas, y que acaban sirviendo en la punta de un palo para espantar los pájaros en los sembrados. Petrarca ha sufrido mucho de tales tratamientos, y esta misma circunstancia es parte á demostrar tambien que sus cualidades no eran de primer orden; porque si se puede imitar un verso, no es posible que un plagiario se apodere subrepticiamente de la inspiracion de un gran poeta. Imitase á Homero desde hace veinticinco siglos; pero él continúa siendo lo propio que era, y así acontece con el Dante, cuyas imágenes y cuyas estrofas en la Divina Comedia podrian copiarse y plagiarse hasta el exceso sin que perdiesen un átomo siquiera de su vigor y lozania primitiva.

Antes de abandonar este asunto, diremos algunas palabras en órden á un cargo que suele hacérsele al presente. Segun declara unánime toda una secta de críticos, sus sonetos carecen de ciertas cualidades que suponen indispensables á estos, y las exigen con tanto aplomo y fuerza de razon como sus predecesores al sostener la necesidad y la conveniencia de las unidades en el drama. Comenzaremos por declarar nuestra ignorancia, diciendo que nos hallamos imposibilitados de explicar los misterios de esta novisima y flamante fe poética, y que sólo sabemos que á título de tal fe debe de conservarse y mantenerse pura y sin mancha en su integridad inmaculada, so pena de ser calificado do torpe y estulto quien intente menoscabarla. No obstante, séanos lícito preguntar con el respeto debido en qué consiste la virtud especial del número catorce para que así se la encomie y alabe y ponga por sobre la 20