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Estudios literarios.

género una obra perfecta, y bien puede asegurarse que no se ha producido cosa peor.

Prueba evidente de esta verdad es que casi todos los sonetos del Petrarca producen idéntico efecto en el ánimo de quien lee, aun cuando se refieren á los diversos estados del alma de un amante; desde el placer á la desesperacion, y á pesar de tan diver sas gradaciones y modos de ser del espíritu, consistiendo esto más principalmente en que la pasion y la inteligencia no se mezclan y confunden de la manera debida y en la proporcion que se necesita para conmover y agitar de diverso modo los afectos, y en que carece su autor de la habilidad necesaria para sazonar una misma cosa de cien modos diferentes. En esto, y perdónesenos la comparacion, el banquete que nos ofrece el Petrarca tiene muchos puntos de semejanza con el festin á la española de El falso astrólogo, de Dryden, en el cual el gusto de los platos servidos desaparecia envuelto en el perfume de las. especias, y la carne y el pescado y la volatería sabian igual y uniformemente á pimienta y clavo.

Tambien sufren los escritos del Petrarca las consecuencias de un mal que no debemos dejar en silencio. Porque como sus imitadores han vulgarizado en Italia y en todo el resto de la Europa los lemas favoritos de las lisonjas amorosas y de las lamentaciones, se nos antoja cuando las hallamos en él, que no son obra original, sino es remedo de los otros, y no sin gran esfuerzo logramos persua dirnos de que él fué su inventor y propagador primero. Tal es la suerte de los autores eminentes en sus principales pasajes, cuyos más nobles y altos pensamientos parecen condenados á sufrir los diversos grados de la profanacion, pasando de ellos á