aunque copió sus intrigas del arte griego, debió ballar en Roma los originales de los seductores personajes femeninos que nos presenta, Grandes males subsistian, sin embargo, en el inmenso imperio; asi fué que pasado el momento de su esplendor, y cuando llegó la hora de la decaden-, cia, brotó por todas partes con fuerza extraordinaria lo que habia de malo y pernicioso en sus instituciones domésticas. Bajo la influencia de aquellos gobiernos, á la vez oprimidos y opresores, que humillándose á sus enemigus compraban el derecho de hollar á sus súbditos, cayeron los romanos en el extremo más bajo de la degradacion y la flaqueza, y la falsedad, la cobardía, la pereza y el envilecimiento, vicios de que todos tenian conciencia, y contra los cuales ninguno protestaba, fueron los atributos del carácter nacional en lo sucesivo. El amor más particularmente, esa palabra que en los tiempos modernos implica de una parte afecto y proteccion, de otra confianza, y de ambas respeto y fidelidadno podia existir, ni áun sospecharse siquiera entre los esclavos, holgazanes y sin corazon, que se arrastraban á los piés de Honorio y de Augústulo.
Pero entonces comenzó la época de la gran renovacion, merced at predominio de los bárbaros del Norte, que si faltos de ciencia y de humanidad, ve nian de sus bosques y de sus pantanos, sobrados de aquellas virtudes sin las que la ciencia es fruto de maldicion y la humanidad asiento de toda flaqueza, es decir: la energía, la independencia, el temor á la ignominia y menosprecio del peligro. Digno sería de estudio ciertamente averiguar cómo una mezcla de conquistadores salvajes y de afeminados esclavos pudo producir, al cabo de largos años y de muchas generaciones, de grande oscuridad y de agita-