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Dante.

derosos impulsos del corazon y á los más caros vínculos sociales.

La indiferencia del poeta florentino por las bellezas de la naturaleza no parecerá falla imperdonable á los que piensen así, sobre todo si advierten que, á excepcion de Shakspeare, ninguno ha conLemplado la humanidad con mirada más penetrante que la suya. Hemos dicho que su poesía reflejaba su carácter. En efecto, su estilo era él. Se complacía en describir pasiones lúgubres, y todo amor que no fuera el casi místico que le inspiraba Beatriz muerta, le producia enojo, tanto, que la triste historia de Rimini es casi excepcion única en su obra.

No sabemos si alguien ha hecho ántes que nosotros la observacion de que Swift y él ofrecen un punto de semejanza en el carácter de su misantropía; porque las imágenes parecen ejercer sobre él tal fascinacion, que expone á sus lectores con toda la energía de su estilo incomparable cuanto puede hallarse de más repulsivo en una cloaca ó en una sala de anatomía.

Demas de esta, existe otra particularidad en el poema del Dante que merece ser notada tambien.

La mitología griega, que no ha logrado hacer nunca buena liga con la poesía moderna, se ha empleado por algunos autores, aunque sin éxito, en sus obras, los cuales nos han ofrecido las divinidades de la fåbula como representaciones alegóricas del amor, del vino ó de la sabiduria, cosa que las ha tornado débiles y frias por extremo. Podrá suceder que admiremos el ingenio que ha presidido á la composicion en que lales recursos se emplean; pero es lo cierto que ningun interes pueden inspirarnos unos séres á quienes el escritor no consiente que concedamos, siquiera por breves momentos, existencia