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Dante.

gatorio. Cede á otros la tierra, el Océano y los cielos, y se reserva la humanidad; deja que otros se exlasien contemplando la noche, las estrellas y las nubes iluminadas por la claridad de la luna; para él, sus horas tranquilas y serenas, lo son de los recuerdos tiernos y enamorados, ocasionadas á conmover el corazon del navegante y del peregrino, y á que lloren los mortales la partida de un crepúsculo que no volverá.

Las ideas de nuestra época ban tomado rumbo muy diverso, y las magnificencias del mundo físico y su influjo sobre el humano espíritu constituyen el tema predilecto de los poetas contemporáneos más eminentes, y por no ser ménos, la turbamulta de los poetastros y de los forjadores de sonetos considera como requisito indispensable del carácter del poeta el desarrollo de una manera de sensibilidad tan exquisita que le produzca inefable deleite «<la tersura de las hojas verdes y el aterciopelado de las flores,» y tratan con soberano desprecio á cuantos por su mal no saben, como dice Perseo, «ni plantar un bosque en sus versos, ni encomiar las dulzuras del campo. Pero la fe poética ortodoxa es más católica en sus tendencias, pues para ella el objeto de contemplacion mas digno que tenga el hombre sobre la tierra es él mismo; y áur, cuando el universo, bajo todas sus formas y manifestaciones más bellas, forma parte de su imperio dilatado, su residencia principal, eu santuario, por decirlo así, lo ha establecido en el seno de los infinitos modos de ser y de los impenetrables misterios del alma:

«In tutte parte impera, e quivi regge:
Quivi e la sua cittade, e l'alto seggio[1]


  1. Inferno, canto, I.