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Dante.

y en prueba de ello, apelamos á tres ejemplos, tal vez los más notables, á saber: la trasformacion de las serpientes y de los ladrones, en el canto XXV del Infierno; el pasaje relativo á Nemrod, en el XXXV del mismo libro, y la magnífica procesion del XXIX del Purgatorio.

Las metáforas y las comparaciones del Dante concuerdan de una manera singularmente admirable con la grande apariencia de realidad que acabamos de indicar, y son de indole tan especial, que tal vez sea el único poeta cuyos escritos se tornarian más oscuros aún si se les despojara de semejantes adornos. Porque sus comparaciones antes parecen las de un viajero que no las de un poeta; y como no las emplea para dar muestras de ingenio, ni para seducir al lector, ofreciéndole á su paso imágenes que lo fascinen, sino que compara, á fa dar idea exacta de los objetos que describe, relacionándolos con otros generalmente conocidos, de ahí que la pez hirviendo de Malebolge se parezca á la del arsenal de Venecia, y el muelle por el cual sigue las orillas del Flegeton se parezca al dique establecido entre Gante y Brujas, y los lugares en los cuales se hallan los sacerdotes simoniacos sean como las pilas bautismales de San Juan de Florencia. Cuantos hayan leido el Dante recordarán perfectamente otros muchos ejemplos de la misma indole, que aumentan las apariencias de sinceridad en la relacion, y que son parle lan eficaz á prestarle mayor interes.

Las más de sus comparaciones parecen destinadas á dar idea exaela de su manera de sentir en determinadas circunstancias; pero si el lenguaje de los pueblos civilizados no basta á veces para expresar con exactitud los tonos delicados del dolor, del miedo y de la cólera, ¿cuánto más difícil no será