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Dante.

vida de tan acendrada y singular manera[1]. Y por una confusion semejante á la que se produce en los sueños, le aconteció á veces que olvidara la naturaleza humana de Beatriz, y áun su existencia personal, para no considerarla sino es como uno de los atributos de la divinidad.

Pero las esperanzas religiosas que libertaron á tau sublime y fervoroso entusiasta de los terrores de la muerte, no lograron hacer más plácidas y tranquilas sus meditaciones respecto de la vida, porque en él se descubre la misma inconsecuencia de que adolecen por lo general los hombres de su templeque siempre aguardan el bien pasados que sean de este mundo sin echarlo de ver en él. A esta circunstancia debe atribuirse, no á otra, la superioridad relativa de sus descripciones del cielo, comparadas con las que hace del inflerno ó del purgatorio. Porque las pasiones y las miserias de los que sufren le inspiran profunda simpatia, no así los bienaventurados, cuya felicidad inefable y delectacion suprema no comprende ni se explica. Tanto es así, que nos parece verlo contemplar en éxtasis aquellos espiri tus radiantes y gozosos del sumo bien, solo, en un apartado rincon de su aposento, con la frente ceñuda y sombría y velada de indescribible dolor, y los labios contraidos con el acerbo desden que nos muestran sus retratos, cosas ambas que bastarian á inspirar el pincel del artista que se propusiera dar á la humanidad una idea de lo que será el rostro del demonio.

En ninguno de cuantos poetas han existido se ven unidas la naturaleza moral y la intelectual de una manera lan estrecha y lan intima como en el Dante.


  1. «L'amico mio e non della ventura.» Inf. c. II.