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Dante.

son más violentas, porque se agitan en espacio li mitado y producen necesariamente los ódios y las venganzas personales, y que todos los ciudadanos deben ser soldados, como que la guerra puede ser inminente á cada hora, y ninguno está seguro al acostarse de no despertar llamado para rechazar ó vengar una injuria. Los griegos perdieron de esta suerte en luchas análogas la sangre con que hubieran podido conquistar un imperio permanente en el mundo, y la Italia malgastó en ellas tambien la energía y los talentos que le hubieran bastado para defender su independencia de los Papas y de los Césares.

Así es, en efecto; mas tambien estos males tienen sus compensaciones, porque no debe tanto la humanidad al imperio romano como á la sola ciudad de Atenas, ni á todo el reino de Francia lo que á Florencia. Los embates del espíritu de partido son tal vez un mal; pero desarrollan una actividad de espiritu que conviene excitar á cualquier precio en ciertos casos y condiciones sociales. Podrá ser perjudicial bajo determinado aspecto que todos los ciudadanos empuñen las armas; pero tambien es cierto que allí donde esto sucede no hay ejércitos permanentes, los cuales ofrecen siempre el espectáculo de grandes colectividades de hombres, adiestrados en matar, que viven destruyendo y exponiéndose á la destruccion, que combaten sin entusiasmo y que vencen sin gloria, para ir luego al hospital si caen heridos; que no es otra la suerte reservada en la mayor parte de Europa á los soldados. En cambio, para el ciudadano de Milan y de Florencia, batirse, no en el sentido vago que se da generalmente á esta palabra, sino en realidad de verdad, por el hogar y las aras, era algo, y algo tam-