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Dante.

que vino á sacarla de su profundo suefio. Cada verso del Felipe y del Saul, los dos gran des poemas del siglo XVIII, á nuestro parecer, demuestra la influencia ejercida sobre su autor por aquel genio poderoso que inmortalizó el funesto amor de Francesca y las angustias paternales de Ugolino. Alfleri legó el cetro de la literatura italiana al autor de Aristodemo, cuyo ingenio era igual casi al suyo y que podia considerarse como discípulo más celoso aún que él del gran florentino. Fuerza es reconocer que este poeta eminente llevó en más de una circunstancia á la exageracion su idolatría por el Dante; porque, como dice sir John Denham, no sólo imitó su traje, sino que se vistió de sus propias ropas, reproduciendo con frecuencia sus frases, é imitando su versificacion sin mucho criterio, en nuestro sentir. En cambio, desplegó algunas de las más nobles dades de su maestro, y sus obras pueden inspirarnos la esperanza de ver floreciente por largo espacio de tiempo la lengua italiana bajo una nueva dinastia literaria, ó mejor aún, bajo la dinastia legitima, que al cabo logró recuperar el trono luengos siglos ocupado por hábiles usurpadores.

El hombre á quien debe la literatura italiana su resurreccion nació en tiempos singularmente propios al desarrollo de sus extraordinarias facultades. El celo religioso, el amor y el espíritu caballeresco, y la libertad democrática, son los tres principios que han ejercido siempre influencia poderosa sobre las grandes colectividades, logrando cada uno á su vez excitar en ellas el más vivo entusiasmo y producir los cambios más importantes y de mayor trascendencia en el órden y manera de ser del cuerpo social. En la época del Dante, los tres principios, á veces mezclados, en lucha casi siempre, agitaban el