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Dante.

objeto alguno cerca que le permitiera graduar sus proporciones; mas cuando á su pié se plantaron las tiendas del ejército y le aparecieron como puntos imperceptibles, comprendió la grandeza, la inmensidad de aquel esfuerzo supremo del poder humano. Del propio modo, solo desde que ha nacido una muchedumbre de autores de poca cuenta, se comprende el mérito de los grandes maestros de la literatura.

Existen abundantes pruebas de la admiración que así en su siglo como en el siguiente logró excitar el Dante; mas no de que se le admirase por su mérito verdadero. Apoya esta idea la circunstancia de que aquel varon eminente pareció siempre no haber sido capaz de apreciarse á si propio, como que en su tratado De vulgari eloquentia nos habla con cierto énfasis de lo mucho que ha hecho por la literatura italiana, y de la pureza y correccion de su estilo. «Sin embargo, dice uno de nuestros escritores favoritos, ni es puro ni correcto, sino creador[1]; pero teniendo en cuenta las dificultades con que hubo de luchar y que venció el Dante, más dispuestos nos hallamos que no el crítico frances á otorgarle tales elogios, áun cuando no constituyan ciertamente las cualidades indicadas sus títulos más claros é indiscutibles á nuestras alabanzas. No hay para qué decir que las cualidades que no alcanzaba á percibir el poeta mismo tenian pocas probabilidades de llamar la atencion de sus comentadores. El hecho es que el público tributaba grandes muestras de respeto á muchos detalles absurdos contenidos en sus obras, y á otros que no estaban en ellas, y que se pagaban maestros que explicaran y pondera-


  1. Sismondi. Littérature du midi de l'Europe.