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Estudios literarios.

ménos, el no encontrarse entorpecidos y dificultados en su marcha por reglas establecidas ya y sancionadas anteriormente; pero perjudica por extremo á los que sólo pueden imitar y juzgar, que son los más. Las inteligencias superiores y aclivas no pueden quedar en reposo, y si en momentos de progreso y de adelanto intelectual se dan por satisfechas con seguir el camino trazado, luego, allí donde no lo hay lo abren, lo desbrozan y construyen. Así es como la Illada, lo Odisea y la Divina Comedia parecieron como astros luminosos en tiempos de oscuridad y casi bárbaros, y así debemos la mayor parte de las obras originales, producidas en tiempos de ilustracion, á hombres de clase infima relativamente y de poco cultivada inteligencia. Citaremos en la lengua inglesa, como ejemplo, el Viaje del Peregrino y el Robinson Crusoe, los cuales vienen á ser de todas las obras de imaginacion que poseemos en prosa, si no la mejores, las más originales, nuevas é inimitables. Si Bunyan y Defoe hubieran sido personas muy leidas y eruditas, hubieran publicado, tal vez, traducciones é imitaciones del frances; tanto es así, que no estamos seguros de si contaríamos en nuestra literatura con el Rey Lear si Shakspeare hubiera sabido leer á Sófocles.

Pero las circunstancias que son parte tan eficaz á desarrollar el ingenio, no son favorables á la ciencia de la crítica, porque como los hombres juzgan por comparacion, no pueden medir las proporciones de un objeto cuando carecen de esta circunstancia. Uno de los filósofos franceses (perdónenos Gérard), que acompañaron á Napoleon á Egipto, dice que la primera vez que vió la gran pirámide quedó sorprendido de hallarla tan pequeña. En efecto, la consideró aislada, en medio de inmensa llanura, sin