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Dante.

bilónico; de donde se sigue la opinion generalmente admitida entre quienes conocen poco el asunto ó no lo conocen de que idioma tan admirable sólo es adecuado á la conversacion femenil, ó á la confeccion de floreos poéticos, ó al complemento de gorgoritos musicales, y útil no más que á los cultivadores de estas cosas.

De todos modos, es lo cierto que Dante y Petrarca han sido el Oromasdes y el Arimanes de la literatura italiana; y sin que tengamos el propósito de privar de su mérito al Petrarca, nadie podrá negarnos que en el caudal de elegancia, de ternura y de sutilidad que atesoran sus poemas, hay mezcladas algunas debilidades y gran suma de afectacion, ofreciendo por esta causa un concierto como aquel tan extraño que describió el poeta burlesco de Módena cuando dijo:

«S'udian gli usignuoli, al primo albore,
E gli asini cantar versi d'amore[1]

No queremos tratar hoy, sin embargo, del mérito intrínseco de las obras del Petrarca, tarea que nos proponemos realizar más adelante, sino del efecto que produjeron en Italia, diciendo solamente que el encanto de su estilo florido y rico sedujo á los poetas y al público en general, apartándolos de la contemplacion de modelos más nobles y severos.

A decir verdad, aun cuando se hayan producido en lo antiguo algunas grandes obras originales, no han sido éstas apreciadas por los contemporáneos ni bien ni mucho. Podrá esto parecer paradoja; pero la experiencia lo prueba y la razon lo admite.

Bueno es para los espíritus creadores, que son los


  1. Tassoni, Secchia rapita, 1. 6. «Al despuntar del alba se oian cantar los ruiseñores, en concierto con el rebuznar de los asnos, yersos amorosos.»