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Estudios literarios.

Congreve se hallaba en posesion de un nombre ilustre en la república de las letras, y estaba respetado y querido en la aristocracia, y en las mejores relaciones con los hombres de todos los partidos, ni los ministros, ni los duques, ni los potentados, ni los jefes de la oposicion podian resentirse del bomenaje que Pope le consagraba. A nuestro parecer, no es otra la causa de la dedicatoria de la Iliada á Congreve.

La singular afectacion, que fué desde el principio de su carrera literaria uno de los rasgos caracteristicos de Congreve, subió de punto con sus años, acabando por serle desagradable que se tributaran alabanzas á sus comedias. No queria merecer nada á las letras. Voltaire, á quien consumia el afan de acrecentar siempre su renombre literario, quedó entre confuso y sorprendido de hallar en un escritor semejante capricho, y así, cuando lo visitó en Inglaterra, como Congreve le dijera que carecia de títulos para ser llamado poeta; que sus comedias, escritas en momentos de ocio, no eran sino ráfagas cómicas ó dramáticas sin fundamento ni alcance alguno, y que él no era otra cosa que un hombre de mundo, aquél le contestó en el acto: «Si no fuerais más que eso no habria venido á veros.» No fué Congreve hombre de vivos y profundos afectos; nunca tuvo familia, y en las pasajeras relaciones que trabó con varias actrices, sólo pareció interesarse algo por Mrs. Bracegirdle, una de las más hermosas y discretas de su tiempo, que durante largos años fué el ídolo de Londres, cuya singuiar belleza dio motivo á la querella en que sucumbió Mountfort y que llevó á la barra de la Cámara de los Pares á lord Mohun, y á las honestas proposiciones del conde de Scarsdale, y que siempre se