modesto erudito podria declararlas dignas sólo de un estudiante ó, mejor aún, de un niño. Collier no censura con suficiente criterio, y los autores que acusa habian cometido tales y tan groseras ofensas contra la moral y el decoro, que antes debilitaba su causa que no la fortalecia, introduciendo en su acusacion contra ellos la menor cosa que pudiera ser parte á discusion. Hizo la torpeza de clasificar entre las ofensas escandalosas, que atacaba con sobra de justicia, pequeñeces inocentes y ligerezas insignificantes, que si no son perfectamente correctas, no sería tampoco dificil hallarlas iguales en las obras de otros autores que han prestado muy notables servicios á la religion y á la moral. De aquí que Congreve, que habia cometido muchas trasgresiones importantes y graves para que no fuese necesario acusarlo de faltas imaginarias, se ve censurado por Collier de haber hecho uso frecuente y con sobrada ligereza de las palabras mártir é inspiracion, como si un arzobispo no pudiera decir que tal discurso había sido inspirado por el vino de Burdeos, ó que un concejal es mártir de la gota.
Sucede tambien á veces á Collier que no distingue suficientemente, ni separa el autor de los personajes del drama, y por eso acusa á Vanbrugh de haber puesto en boca de lord Toppington expresiones insultantes á propósito de la liturgia de la Iglesia, cuando es evidente que este autor no podia manifestar mejor su respeto que haciendo hablar de Falaris y las Fábulas de Rsopo, demostrando que estas obras son apócrifas. Dirigió ediciones muy estimadas de Horacio, Terencio y Fedro. Su vida fué una constanta querella literaria, sostenida por su parte, aunque con mucha energía y conocimientos profundos, sin moderacion alguna. N. del T.