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Dramáticos ingleses.

de experiencia. Pues bien: Wycherley se apodera de esta intriga, y hé aquí que luego al punto lo que fué dulce y honesta intimidad de dos almas, se trasforma bajo su influencia en una intriga indecente y ridfeula entre un libertino de Londres y la más necia de las provincianas. No entraremos en pormedores, porque, á decir verdad, la licencia de Wycherley se halla al abrigo de la crítica, del propio modo que ciertos animales inmundos al abrigo de los cazadores, y porque renunciamos á locar sus obras bajo este concepto, por repugnantes y he diondas.

El Plain Dealer se halla en el mismo caso. ¡Cuán10 esmero no empleó Shakspeare en Twelfth Night para conservar á Viola su dignidad y su delicadeza bajo el disfraz! La vemos vestida de paje, pero sin mezclarse nunca en asuntos que puedan dejar en ella, ni áun á los ojos de las personas más difíciles, la sombra de la duda. El duque la emplea en una embajada de amor, pero se trata del amor más honesto. Wycherley traslada á Viola á su teatro, y luego al punto queda trasformada en una zurcidora de voluntades, nueva Celestina. Pero el carácter de Manly es la mejor prueba de lo que decimos: Moliére trazó en El Misántropo un corazon noble y puro enconado por el espectáculo de la perfidia y de la maldad encubiertas bajo el velo de la cortesla; y como naturalmente todo extremo produce su contrario, Alceste adopta una teoría del bien y del mal opuesta a la de la sociedad que lo rodea; la buena crianza se le antoja vicio, y trasforma en objetos de su veneracion las virtudes austeras de que carecen los fatuos y las coquelas de Paris, viniendo á ser por tal manera censurable y ridiculo alternativamente, pero siempre honrado, y dejando impre-