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Dramáticos ingleses.

á nuestro propósito que digamos que el jóven principiante, seducido por la bondadosa condescendencia de un tan renombrado escritor, lo acompañaba y lo seguia, como la sombra al cuerpo, de café en café. Los dos amigos se escribian cartas llenas de afecto, de respeto y de adulacion; mas no duró mucho tiempo esta bienandanza, ni era posible tampoco que durase, porque Pope, que jamás fué meticuloso, ni muy delicado en sus escritos, ni dificil en órden á las costumbres de sus amigos, llegó á extrañarse del poco decoro de un libertino que áun á los sesenta años adolecia de todos los vicios de la época licenciosa de la Restauracion. Y como á medida que el jóven erecia en edad, y su inteligencia se desarrollaba, y su nombre iba formándose en el concepto público, juzgaba mejor de Wycherley y de sí mismo, llegó á experimentar por el hombre y el poeta juntamente justo desprecio, sin tomarse el trabajo de fingir lo que no sentia, disimulando su parecer. A su vez, Wycherley, sin embargo de que lo cegaba el amor propio en órden á las imperfecciones de lo que él llamaba sus poesias, no podia ménos de reconocer la inmensa diferencia que existia entre las producciones suyas y las de Pope, y combatido por ambos impulsos, así deseaba tener el auxilio de una mano hábil para limar y pulir sus rimas, como repugnaba deber servicios literarios á un mancebo principiante en el arte, y que podia con descanso ser su nieto. Por su parte, Pope se prestaba á ser útil á Wycherley; pero no parecia dispuesto á servirlo y además fá rendirle tributo de lisonjas. Bajo este supuesto se tomó el trabajo de leer y retocar algunas resmas de papel llenas de versos flojos y vacilantes, y de reemplazar muchos con los suyos propios, obra que el lector