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Estudios literarios.

del provecho propio y el temor del quebranto, producirán siempre en poco tiempo estas apariencias de piedad en la medida que apetezcan los gobiernos; pero, bajo estas exterioridades de misticismo, conservarán su imperio sobre el fingido devoto la sensualidad, la ambicion, la codicia y el odio, resultando por tal manera que el nuevo converso reuna á los defectos y á los vicios del hombre mundano, los vicios más negros aún que trae consigo la práctica constante del disimulo. Y como la verdad se abre camino siempre, las gentes averiguan al fin que las personas graves que le presentan como dechados de virtud que imitar carecen de principios morales y de sensibilidad, lo mismo que los libertinos declarados, y ve que estos fariscos se hallan más distantes de la verdadera virtud que los publicanos y las mujeres de mala vida. Entonces van á dar en el extremo opuesto, y consideran la práctica ostonsible de toda religion como indicio cierto de bajcza y de perversidad, y el dia en que se afloja ó se rompe el freno del miedo, y pueden decir los labios lo que se piensa, una explosion terrible de groserías y de blasfemias anuncia en todas partes que la imprevisora politica de un gobierno, al proponerse hacer un pueblo de santos, sólo ha conseguido formarlo de canallas y de incrédulos.

Así sucedió en Francia á los principios del siglo XVIII. Luis XIV se habia tornado piadoso por extremo en su vejez, y quiso que sus vasallos lo fueran tambien, llevando á tal extremo su fervor y su pasion de proselitismo, que mientras miraba con enojo á los cortesanos negligentes en las buenas prácticas del catolicismo, condecoraba con la órden de San Luis, é invitaba á Marly y daba pensiones, gobiernos y regimientos á los que las observaban con