Página:Estudios literarios por Lord Macaulay - Biblioteca Clásica XI (1879).pdf/213

Esta página no ha sido corregida
169
Lord Byron.

como Shakspeare transforma al disipador y licencioso de Eastcheap en héroe de Shrewsbury para volver á tornarlo en el licencioso disipador de Eastcheap; ni es así como nos presenta en Marco Antonio la debilidad unida al valor. Un autor dramático no puede cometer falta más grande que la de dibujar con finura y delicadeza los caracteres al modo de los satíricos y de los historiadores, porque solo rechazando lo que es natural es como unos y otros logran producir sus retratos más notables. Su objeto es atribuir generalmente á sus personajes el mayor número posible de cualidades contradictorias, y lo alcanzan sin dificultad, toda vez que mer ced á una eleccion discreta y de discretas exageraciones se puede presentar al hombre como un compuesto de contrastes singulares. Pero cuando, verbigracia, un autor dramático se propone crear un personaje que responda á una de estas descripciones fracasa, porque trastorna un procedimiento analítico aunque imperfecto, y lo que produce no es un hombre, sino un epigrama personificado. Más de un escritor de cuenta ha caido en este lazo. Ben Jonson nos ha dado á Hermogenes, calcado sobre los versos de Horacio; pero la inconsecuencia que tanto nos agrada en las sátiras, no se nos antoja natural y nos choca en el teatro. Sir Walter Scott en su novela titulada Peveril du Pic incurrió en una falta del mismo género, pero más notable áun; porque admiraba, como debe hacerlo todo lector juicioso, la enérgica y sangrienta sátira de Dryden contra el duque de Buckingham, quiso hacer un duque de Buckingham que pudiera adaptarse á ella, un verdadero Zimzi de carne y hueso, é hizo, no un hombre, sino el más grotesco de los monstruos. Cuantos pretendan introducir en una obra